Lo personal es político, eso me da la licencia para hacer esta reflexión mezclando mi trabajo y mi vida. En definitiva 10 años no pueden pasar desapercibidos, ni sin aprendizajes y cambios.
Empecé a coordinar el Fondo MARIA por voluntad propia, pensé que podía dedicar medio tiempo a coordinar el apoyo para las mujeres y ofrecí a Emily, Eugenia y Vanesa, las creadoras del Fondo, hacer ese trabajo como parte de mis labores en Balance, eso me daba estructura a mí, a mi trabajo y al Fondo MARIA.
Sentí que era necesario contar con alguien en la oficina para resolver la parte logística y poder resolver cosas tangibles me da mucha satisfacción. Poco sabía sobre acompañar abortos, sólo sabía que era muy importante garantizar que las mujeres llegaran al entonces DF y regresaran a casa sanas y salvas después del aborto que querían o necesitaban.
Muy rápido entendí que la parte logística no se puede realizar en frío, es un proceso sumamente personal, donde la subjetividad de cada persona involucrada está puesta. Es un proceso cargado de sentimientos e ideas, es difícil que alguien pueda realizarlo sin sentir muchos hilos jalando para todos lados. Entendí que mucha de nuestra función era cortar esos hilos y dejar que los que quedaran fueran los que salieran de ellas mismas, que los vieran, los sintieran y decidieran con base en esas fuerzas internas que todas tenemos: deseos, creencias, valores, sentimientos, ganas de vivir, es decir, nuestro fuero interno.
Llevaba ya muchos años trabajando sobre sexualidad desde una mirada positiva, y no me parecía que el aborto tuviera que ser distinto. Pero poder terminar de entender la maraña de subjetividades que rodean el tema, no sólo en las mujeres, sino en todas las personas involucradas, es algo que siempre seguiré descubriendo. Y aunque muchas veces la sorpresa es triste, también muchas veces ha sido luminosa y me ha apoyado a cada vez estar más cerca del lugar utópico sin estigma.
Desde ese momento, aún teniendo una formación previa sobre aborto, el Fondo MARIA se convirtió en un enorme reto, una escuela intensa y también en mi oxígeno. Poder enfocarme en un tema tan específico me dio la oportunidad de profundizar en mi profesión, y en otras como psicología, sociología, derecho, medicina, etc. Tener a mi cargo la responsabilidad de coordinar no sólo los apoyos de tantas mujeres, también la narrativa institucional del aborto se convirtió en el centro de mi vida.
El Fondo MARIA me dio la oportunidad de conocer muchas experiencias de estrategias de acceso a aborto, y eso nos enriqueció a ambos, al Fondo y a mí. El modelo de acompañamiento fue creciendo y robusteciéndose cada vez más. Mi cerebro se expandió. Desde su fundación sabíamos que en el centro debían estar las necesidades de las personas que nos piden apoyo y frente a nuestro deseo de resolver todo siempre recordamos la increíble fuerza y capacidad de las mujeres.
Tengo que admitir que durante estos 10 años tener contacto con las experiencias de las mujeres ha sido abrumador, la falta de acceso a una amplia gama de métodos anticonceptivos, los prejuicios y la discriminación por parte del personal de salud, la violencia en las parejas, familias y comunidades, la sobrecarga de trabajo emocional y del hogar, la violación a los derechos laborales, la falta de comunicación al interior de las familias y parejas y el maltrato generalizado hacia las mujeres son las historias que escuchamos siempre y que el Fondo MARIA no puede resolver.
Nuestro modelo intenta, y a veces logra, brindar herramientas para identificar sus necesidades específicas, dar información sobre derechos, sexualidad y violencia, referencias a programas públicos y de la sociedad civil para poder contar con alternativas efectivas que puedan atender esas necesidades. Pero al final, el aborto es sólo un servicio médico que hace mucho más concreta la desigualdad a la que las mujeres nos enfrentamos en el día a día.
La desigualdad estructural está ahí, el Fondo MARIA no puede sólo ser un fondo de aborto. Y aunque ahora es una línea de información sobre aborto seguro, una estrategia de acompañamiento feminista, un fondo de aborto, un fondo de mujeres, un sitio web, una fuente de información sobre aborto desde una mirada positiva, una red de enlaces estatales, una escuela de doulas de aborto y una movilizadora de ciudadanía a favor del aborto; el sueño es más grande.
En los 10 años previos al Fondo aprendí que la sexualidad podía y debía ser fuente de bienestar, en estos 10 años con el Fondo aprendí que las desigualdades estructurales no pueden ser enfrentadas únicamente con estrategias que atienden sólo una necesidad.
Es por eso que, aún cuando el Fondo podría ser independiente y autónomo, y aún cuando yo personalmente he invertido que eso fuera casi una realidad, el Fondo MARIA es parte de Balance, una organización feminista que trabaja para garantizar que además del aborto, la Educación Integral en Sexualidad sea una realidad, que exista acceso real a servicios de salud sexual y reproductiva que brinden atención de forma integral e integrada a todas las personas, sin discriminación, sin violencia, y con respeto a la diversidad y la autonomía sexual.
Sabemos que todo esto no es posible si no tenemos educación, infraestructura, salud, trabajo digno, redistribución de la riqueza, una relación sana con la ecología, agua, alimentación y un sistema colectivo de cuidados; por ello formamos parte del movimiento por la justicia. Justicia social. Justicia económica. Justicia ecológica. Justicia de género. Justicia sexual y reproductiva.
Durante 8 años fui la coordinadora del Fondo MARIA, poder tener un salario coordinando el acceso a abortos seguros de miles de mujeres es decirle al mundo que abortar es digno, que apoyar a las mujeres es digno, que trabajar para que el día de hoy el mundo sea un poco más justo para ellas es uno de los mejores trabajos que existen.
Pasar la estafeta a dos maravillosas compañeras para que ellas coordinen también es una forma de decirnos a todas que soltar y dejar a otras seguir desarrollando los proyectos no sólo es posible, sino necesario. Confianza es en lo que he trabajado personalmente estos 10 años, confianza en mí misma, confianza en las mujeres, confianza en mis colegas, confianza en los movimientos. Confianza en que el mundo puede ser mejor.
El Fondo MARIA lleva dos años de esa co-coordinación más equilibrada, que le permite al Fondo seguir floreciendo. El Fondo ha dejado de luchar por ser independiente para decidir florecer en un jardín donde la justicia es más amplia, donde el agua nos alcanza mejor, donde puede valerse de la flora y fauna que forma a Balance, y donde también comparte su calidez, su sombra y sus flores con el resto del jardín.
Larga vida a este jardín hermoso que lucha todos los días para que las mujeres en este país tengamos más libertad, más autonomía y más justicia.